También nos han hablado del Ayuntamiento que fue declarado (junto con la estatua) Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 2004 y de la importancia de la ciudad como puerto de importación de productos de ultramar (café, chocolate, algodón). Hemos el eqivalente de la Bolsa para el algodón, en Bremen está una de las tres entidades (junto a New York y Liverpool) donde se fija el precio de esta materia en todo el mundo. De pasada hemos entrado en una de las tiendas del mejor chocolate de la ciudad, Hachez, donde nos han invitado a una tabletilla.
Otra de las atracciones es la Bottcherstrasse, que se construyó en pleno esplendor del modernismo de principios del s. XX para destacar la importancia de la ciudad. Así se pueden ver fachadas de ladrillo rojo, típico de la ciudad combinadas con los dorados que albergan galerías y museos de arte. Se quiso identificar Bremen con esta calle monumental, igual que lo hizo París con la Torre Eiffel o Londres con el Palacio de Cristal de Hyde Park.
De todo ello me quedo con la escalera de caracol que hay en el interior del Ayuntamiento. Un elemento del Renacimiento que representaba la posibilidad que tienen todas las personas de subir un peldaño en sus vidas, de cambiar de estatus o de profesión, incluso su forma de ser. Cualquier persona tiene en su mano ser alguien bueno (o malo), puede ascender en la vida, puede convertirse en algo muy distinto a lo que es, lo único que importa es el presente y dónde se encuentre en el presente... se puede llegar arriba sin darse cuenta, como el que sube una escalera de caracol.


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