El trayecto desde Bremen ha sido un poco largo y se componía de tres etapas: en autobús hasta Bensersiel, para después coger un ferry de una media hora hasta el puerto de Langeoog y finalmente un colorido tren de unos 10 minutos hasta el centro neurálgico de la isla.
La isla presume de ser uno de los lugares idóneos para pasar unas vacaciones sin stress en familia. Unos 1200 habitantes que animan una isla sin coches y con un paisaje costero muy atractivo.
El día empezó con muy mal tiempo y durante el viaje la lluvia no era muy alentadora. Sin embargo al llegar a la isla se quedó un cielo barrido por un viento Noreste y al llegar a la Torre del Agua la arena se podía masticar. Los simpáticos sofás-cesta con rayas de la playa (Korbstrand) hacían el viento más soportable.
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